Las cumbres del clasismo

Haciendo un sistemático ejercicio de autoflagelación (real, no en la versión concertacionista) leí la entrevista que La Nación Domingo publicara el domingo 19 de enero al ex agente de la CNI, torturador y asesino confeso de Tucapel Jiménez, Carlos Herrera Jiménez, quien tras varios años de cárcel “ha visto la luz” según se desprende de sus propias palabras.

Sin embargo, más allá de sus actuales críticas a su ex jefe “El Mamo” y a su ex idolatría por Pinochet, incursiona en áreas que parecen increíbles considerando su perfil, como su interés por abrir una radio comunitaria. Sin embargo, lo que más llamó mi atención fue la siguiente respuesta:

“– ¿Cree que el sistema hizo de Chile un país más clasista?
– Sí, y un ejemplo de ello es la reacción a la muerte de las estudiantes del Colegio Cumbres, que es lamentable por sí mismo. Al poco rato la Presidenta puso a disposición de los padres el avión presidencial, pero ¿cuántos accidentes hay todos los días de chilenos menos iguales que otros a los que nadie les pone un avión?”.

Esa frase, que no puedo menos que compartir, por su sentido común, aún proviniendo de quien proviene en este caso, me hizo recordar otra que apuntaba en el mismo sentido y que se hizo hace un tiempo atrás, en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, cuando diversas organizaciones ciudadanas fueron invitadas a opinar sobre el tema de las notificaciones a las personas enfermas de Sida.

En aquella ocasión, Manuel Jorquera, presidente de la ONG “Convhida”, tras una dura intervención sobre la crítica situación sanitaria y humanitaria que se estaba produciendo en el país se preguntó: ¿A cuántas familias de las personas que murieron de Sida sin haber sido notificadas fue el gobierno a entregarles el pésame y decirles que lamentaban que por una omisión del Estado su ser querido hubiera muerto sin haber tenido la posibilidad del tratamiento?.

Jorquera terminó su idea agregando una reflexión similar a la de Herrera: Para las familias del Colegio Cumbres -dijo- que perdieron a sus hijas debido al volcamiento del bus en que venían hubo avión, ministros en terreno y pésames oficiales pese a que fue un accidente, pero en el caso de las personas que murieron de Sida, incluso sin saberlo, debido a una negligencia del Estado, ni siquiera hubo un pésame.

Qué más claro que ambos razonamientos formulados por dos personas tan distintas.

La verdad es que el “chip” que instaló Pinochet y sus Chicago Boys en la sociedad chilena no estuvo nunca en la Constitución, ni en las leyes secretas, ni en las de amarre: estuvo siempre en el lucro que surgió entre los chilenos, la ambición, la codicia y toda la carga de individualismo y clasismo que ello conlleva.

Porque aunque la seudo democracia que tenemos desde 1990 ha buscado -se dice- recuperar el principio de igualdad que debe existir entre los ciudadanos, la verdad es que lo que uno ve es exactamente lo contrario: en todos los ámbitos persisten las discriminaciones sexuales, religiosas, políticas, étnicas y peor aún basadas en las apariencias, en el apellido, el lugar donde se vive, la clase social a la que se pertenece o el país de origen.

Hay chilenos de primero, chilenos de segunda y hasta chilenos de tercera. El país eficiente funciona sólo para los primeros, que son los que tienen dinero suficiente para ejercer sus derechos y abogados para querellarse contra quien sea cuando se les impida hacerlo.

Los de segunda sobreviven con malos sueldos y viven del endeudamiento, pensando en adivinar los números de algún juego de azar para poder pasar al escalafón más alto y ser “gente bien”.

Los de tercera son “pobladores” (y no “vecinos” como los del barrio alto respectivo), viven la precariedad laboral, educacional y sanitaria y su única meta es tener que comer a diario.

Pero aunque la brecha de la desigualdad sigue creciendo hoy los énfasis de las políticas públicas son la “estabilidad macroeconómica” y la “reducción de la inflación”.

Y quienes hicieron, en algún momento, de la igualdad su bandera, hoy la han reemplazado por las de la modernidad y la estabilidad, mostrando como grandes obras la venta de las sanitarias para que pudiera haber plantas de tratamiento y las concesiones para construir autopistas que son, sin duda, el máximo icono de la discriminación entre los chilenos con auto y los de a pie.

Es lamentable que hasta sujetos de la calaña moral de Herrera, que creyó que matando a Tucapel Jiménez “salvaba a la Patria”, se den cuenta de los grados de clasismo extremo a los que avanza Chile a pasos agigantados mientras quienes debieran hacer algo por corregirlo están mirando para otro lado.

Por eso mientras las autoridades sólo responden los correos electrónicos que les mandan los errázuriz y no los gonzález, los mapuches siguen masivamente cambiando sus apellidos.

Ad portas del trucho bicentenario, es cierto, estamos cerca de las cimas, pero no las del desarrollo, ni las de la igualdad, ni las de una más justa distribución del ingreso: estamos llegando a las cumbres del clasismo.

No más masacre

Las razones del silencio

Sucede que a veces uno termina olvidándose de que tres cuartas partes de las agencias informativas que proveen de noticias a los medios de comunicación “independientes” del mundo son norteamericanas. Y por eso, a veces casi sin darse cuenta se traga el sapo o al menos parte de él en lo que a noticias se refiere. Y por eso muchos, incluso algunos bastante incrédulos, críticos y hasta distantes del imperio vieron con bueno ojos la superación de dos períodos terribles y vergonzosos – para los norteamericanos y para el resto del mundo- con George W. a la cabeza, para pasar al esperanzador mandato de un joven senador que además es negro.

El fenómeno Obama como se ha dado en llamar al triunfo del candidato demócrata en las pasadas elecciones gringas, que ha despertado simpatías por el mensaje positivo, crítico, moderno, idealista y que ha tratado hasta el cansancio de homologarse a Abraham Lincoln, ha terminado, a días de asumir su cargo, el más importante del mundo se dice, mostrando su verdadera cara.

Ya no se trata sólo de las suspicacias que despertó en muchos el nombramiento de Rahm Emanuel como su jefe de gabinete, por el hecho de ser hijo de un emigrante israelí miembro de Etzel, un grupo clandestino ultranacionalista judío que luchó contra las tropas británicas antes de la creación del Estado de Israel en 1948 o por haber realizado en 1997 un período de instrucción militar en ese país, donde -se ha dicho- sólo trabajó como mecánico de vehículos blindados cerca de la frontera libanesa.

No se trata de algo que haya dicho Obama en estos días lo que ha llamado la atención, sino exactamente lo contrario. Son sus silencios impresionantes sobre la masacre que acontece en Palestina a manos del gobierno y el ejército israelí, lo que han hecho notar su ausencia, malamente tratadas de justificar bajo el argumento de que está de vacaciones o de que el país aún es gobernado por George W. y que no quiere inmiscuirse en la política exterior, cuando desde el día de su elección hasta ahora, ha hablado de la crisis económica y hasta de la mascota que tendrán en la white house.

Entonces bastó hacer un poco de memoria y de navegar un poco en la red, para encontrar esas noticias que las agencias difunden poco y que los medios nacionales no publican: el viaje de Obama, ya como candidato, a fines de julio pasado a Israel. Ver sus fotos orando en el muro de los lamentos con atuendo judío incluido o depositando una ofrenda floral, emocionado, en el mausoleo del holocausto, a cuyas espaldas había carcazas vacías de cohetes presumiblemente palestinos o estrechando las manos ensangrentadas de Olmert.

Pero esta relación con Israel no tiene que ver sólo con este viaje o algunos de sus asesores más cercanos. Han sido los propios judíos norteamericanos, a través de medios como el “Chicago Jewish News”, órgano de la poderosa organización sionista “Ante todo Israel”, quienes han relevado hasta el extremo las relaciones que el joven Obama tuvo con personajes como el reverendo Jeremiah Wright, quien habría “transformado” a Obama de un licenciado en la universidad de elite de Ivy en un eficiente activista social, o la profesora, Martha Minow, quien habría servido de contacto entre el novel abogado y una firma de abogados sionistas.

Otro episodio desconocido hasta hoy es cuando en plena Convención Demócrata, el sionista profesor de Derecho en Harvard, Alan Dershowitz, empezó a cuestionar que el ex Presidente Jimmy Carter, un crítico de las políticas de apartheid de Israel, hiciera uso de la palabra, en lo que constituye una tradición política de siglos hacia los ex presidentes. Sorprendentemente, le negaron a Carter la posibilidad de intervenir.

Así las cosas no debería resultar extraño el silencio de Obama respecto de la masacre en Gaza, que no durará sólo mientras no sea Presidente, sino que claramente se prolongará durante todo su mandato. Y peor aún, tras leer algunas declaraciones suyas respecto del tema, queda claro que además de no condenar los actos de terrorismo de Estado que acostumbra ejecutar Israel como parte de su política “defensiva”, será un firme aliado y cómplice de ellos.

Aquí algunas joyitas del nuevo “chiche” de la política internacional:

“Necesitamos avanzar en una política firme aunque directa con Irán, dejándoles muy claro que consideramos inaceptable que desarrollen armas nucleares, que su financiación de organizaciones terroristas como Hamas y Hizbullah y sus amenazas contra Israel van en contra de todo aquello en lo que creemos… Quizá tengamos que endurecer esas sanciones… y plantearles una opción muy clara… y tendrán que aceptarla por las buenas o por las malas”. (NBC Meet the Press, 7 de diciembre de 2008).

Como si eso no fuera suficiente, hay unas peores. En Sderot, una de las localidades donde más cohetes palestinos han caído, el electo mandatario dijo: «Si alguien disparara cohetes en mi casa, donde vivo con mis dos hijas, haría todo lo que estuviera en mi poder para detenerlos, y espero que Israel haga eso mismo».

Más tarde, durante una reunión que sostuvo con el presidente Shimon Peres, Obama sostuvo que su viaje tenía el objetivo de «reafirmar el vínculo especial entre Israel y Estados Unidos y mi permanente compromiso con la seguridad de este país», agregando que «confío en servir como un aliado efectivo, sea como senador o como presidente».

A buen entendedor, pocas palabras.

Matanza en Gaza: ¡¡Asesinos, israelíes asesinos, eso es lo que son!!

Rabia e impotencia, no sólo entre los palestinos, sino entre todos los ciudadanos bien nacidos del mundo, es lo que produce ver estas imágenes de muerte y dolor, de niños asesinados por la barbarie sionista, mientras el mundo «civilizado» calla su complicidad con el gobierno israelí…¿Dónde está Obama, dónde están los que pidieron invadir Irak para salvar al mundo de armas de destrucción masiva que nunca existieron?, ¿dónde están los que promovieron intervenciones en la ex Yugoslavia, en Afganistan por menos crímenes que estos?, ¿dónde están los defensores de la democracia y los derechos humanos, que sólo saben hablar cuando se trata de Venezuela, de Cuba, y cuando andan muy osados, de China?, ¿dónde están nuestros adalides chilenos que rasgan vestiduras y se llenan la boca con los derechos de las personas que hace rato no se respetan para los palestinos?, ¿dónde están las Naciones Unidas?, ¿dónde está la tan manoseada comunidad internacional, el G-8, la Unión Europea, el Consejo de Seguridad?…

De Estados Unidos ni hablar, pues ellos son cómplices de estos crímenes, ellos brindan la impunidad con su veto en la ONU y ellos proveen las armas?, ¿dónde están los parlamentarios chilenos que han viajado por decenas a Isarel con todos los gastos pagados?, ¿dónde están los candidatos presidenciales?, ¿dónde los partidos que se dicen progresistas y de izquierda?, ¿dónde está Foxley que sólo levanta la voz cuando se trata de peruanos y venezolanos?, ¿dónde maldita sea estamos todos mientras asesinan por cientos, diariamente, no sólo ahora, al valiente pueblo palestino que resiste en la defensa de su tierra, pese al muro (más alto y largo que el de Berlín) que han construido para encerrarlos, pese a que los israelíes no dejan pasar los alimentos, ni la ayuda humanitaria y que casi ya no tienen agua?.

Probablemente hay más gente preocupada de las fiestas de año nuevo que de sentir como propia -como decía el Ché- cada injusticia cometida contra cualquier hombre en cualquier parte del mundo.

Sin embargo Palestina no está sola y resistirá, resistirá, luchará y al final vencerá, porque no hay nada que pueda contra la valiente y heroica resistencia de quien defiende su tierra, esa tierra que aman más que cualquiera, y que es la razón por la que levantarán mil veces sus casas, sus escuelas y sus iglesias si es necesario. Pero sobre todo, levantarán muy alto su bandera digna y soberana, para que puedan retornar todos aquellos palestinos que hoy deben vivir por fuerza lejos de sus raíces.

Al asesino gobierno de Israel todo el desprecio que se le puede tener a quien combate piedras con tanques y cohetes con bombardeos sobre población civil indefensa, pues en esta historia, también David vencerá a Goliat. La violencia no es palestina, la violencia empezó el día de la ocupación y la usurpación judía (con la complicidad de muchos otros) de las tierras que siempre han sido palestinas.

Ahora a transformar nuestra rabia y nuestro dolor en energía para seguir denunciando el holocausto palestino a manos de los que al parecer nada aprendieron de la historia.

La misión de un hombre

José María Memet

Un hombre es un hombre
en cualquier parte del universo
si todavía respira.

No importa
que le hayan quitado las piernas
para que no camine.

No importa
que le hayan quitado los brazos
para que no trabaje.

No importa
que le hayan quitado el corazón
para que no cante.

Nada de eso importa,
por cuanto,
un hombre es un hombre
en cualquier parte del universo
si todavía respira
y si todavía respira
debe inventar unas piernas,
unos brazos,
un corazón,
para luchar por el mundo.

Un sacrificio que no se puede olvidar

Desde hace más de un mes que quería escribir unas líneas que recordaran la inmolación de Sebastián Acevedo Becerra en las puertas de la catedral de Concepción, el 11 de noviembre de 1983, exigiendo a viva voz, que la tenebrosa CNI devolviera a sus hijos María Candelaria y Galo Fernando, a quienes había secuestrado dos días antes, retenía ilegalmente -y seguramente torturaba- en un lugar desconocido.

La dictadura a través de sus esbirros de turno como siempre negaba tener a los jóvenes coronelinos en su poder. Sin embargo el desgarrador “¡Que la CNI devuelva a mis hijos!” que Sebastián Acevedo, trabajador de la construcción de 52 años, pronunciara antes de encenderse fuego sirvieron para que al final sus hijos fueran liberados y salvaran con vida.

El sacrificio de este hombre sencillo y valiente, que estremeció a Chile y al mundo, se convirtió en el símbolo del movimiento que encabezado por el sacerdote jesuita José Aldunate: el Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo, que a lo largo de todo el país desarrolló audaces acciones de denuncia en lugares públicos o a las puertas de los propios cuarteles de los organismos represivos con el clásico lienzo “Aquí se tortura” o “En Chile se tortura”.

La otra impronta que el Movimiento Sebastián Acevedo dejó en la memoria colectiva de quienes combatieron y resistieron a la dictadura fue que en cada una de sus acciones se entonaba la canción original de Eluard y Pagliaro “Yo te nombro Libertad”, que en parte de su letra dice:

Por el pájaro enjaulado, por el pez en la pecera
por mi amigo que está preso porque ha dicho lo que piensa.
Por las flores arrasadas, por la hierba pisoteada.
Por los árboles podados, por los cuerpos torturados,
…yo te nombro, Libertad.

Por la idea perseguida, por los golpes recibidos,
por aquel que no resiste, por aquellos que se esconden,
por el miedo que te tienen, por tus pasos que vigilan,
por la forma en que te atacan, por los hijos que te matan,
…yo te nombro, Libertad.

De entre los numerosos actos y gestos de valentía que muchas personas, individual o colectivamente realizaron en esos años oscuros, para denunciar la represión y para salvar vidas, sin duda la labor del movimiento surgido del sacrificio de Sebastián Acevedo fue uno de los más importantes y trascendentes. Por eso, pese a su disolución el 12 de mayo de 1990, su entrega generosa sigue en la memoria de muchos de nosotros.

Y el ejemplo de ese padre por sus hijos, y en definitiva por todos nosotros, no debe olvidarse. Y para eso, nada mejor que escuchar la letra de la hermosa canción de Cristina González, que lo preservara del olvido definitivo…

Dejaste la batalla cotidiana
De un soplo entregaste tu cuerpo a todo Chile
No hay canto que devuelva tu respiro a la vida
Pero si una voz que alerta a la razón
Por ti se levantan las banderas
Ejemplo de luz y de valor
Sebastián Acevedo Becerra
Padre hermano y compañero
No hay canto más valiente que tu prueba
Tu vida vale ráfagas de sol

¡Compañero Sebastián Acevedo, presente!

Nuevas carreras

Capaz que en Chile empiecen a ofrecer diplomados o MBA en como rechazar indicaciones de software libre…con mención en lobby o en mail.

Dios es mi copiloto

Así como muchos de los artículos que hemos escrito en los últimos años han sido para criticar la actitud retrógrada de la Iglesia Católica, especialmente en lo relacionado a su lobby en contra de la píldora del día después y a su impúdica defensa del lucro y la selección en la educación, también es cierto que hemos reconocido y agradecido su voz pidiendo un sueldo ético y pidiendo proteger el agua como el recursos valioso y escaso que es cuando otros guardan hermético silencio en esos temas.

Sin embargo, esta vez la curia romana ha logrado asestarnos un golpe que nos ha permitido verificar que seguimos teniendo capacidad de asombro cuando la creíamos perdida, nombrando hace algunos meses al cardenal Renato Martino como asesor vial del Vaticano. Si esto de por sí ya era curioso, la cosa adquiere ribetes de absoluta novedad cuando nos enteramos que este purpurado, antes de asumir tan importante cargo, representó a la autodenominada Santa Sede ante la ONU y la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo se celebró en Egipto en septiembre de 1994.

Y como si ya el solo hecho de que un antiguo asesor papal en materiales de derechos sexuales y reproductivos fuera nombrado asesor vial pontificio no fuera bastante, ahora el Vaticano presentó el documento “Orientaciones para la pastoral de la carretera”, o de la calle, según se traduzca, redactado por el Pontificio Consejo de la Pastoral para los Emigrantes e Itinerantes que preside Martino.

Pese a sus 54 páginas, este documento vaticano del que lamentablemente aún no podemos conseguir copia, y que según se informó tomó cuatro años de trabajo, no logra convencer a los especialistas del área, porque según han dicho algunos -so pena de ser excomulgados- tiene un tono general de candidez que desarma. Como muestra un párrafo inicial: “Los medios de transporte se demuestran particularmente útiles cuando permiten socorrer enfermos y heridos”. O: “Los movimientos de carreteras y ferroviario son, por tanto, una cosa buena, además de una exigencia ineluctable de la vida del actual hombre contemporáneo”.Este insólito documento introduce la noción de pecado en el código de circulación y establece las pautas para una conducción cristiana. Incluso propone algo así como los diez mandamientos del buen automovilista. Por ejemplo, se aclara que las distracciones y negligencias van contra el quinto mandamiento, ‘No matarás’ y, por tanto son pecados graves, como por ejemplo, un adelantamiento peligroso.

Entre las recomendaciones viales, la Santa Sede recuerda que no basta con encomendarse a San Cristóbal o demás santos del ramo, sino que es absolutamente indispensable santiguarse al empezar el viaje. Además, en contra del prejuicio somnífero que pueda tener alguien poco acostumbrado, aconseja rezar el rosario en el coche “por su ritmo y su dulce repetición, que no distrae al conductor”. Además de quedar “bajo la protección de Dios”, esta práctica tiene la virtud de desatar el deseo de hacer una paradita en “puntos espiritualmente estratégicos”, como ermitas o santuarios.

Por ello, la Iglesia Católica en un arranque de evangelización anima a levantar capillas en bares de las autopistas, áreas de descanso y terminales de buses, así como a iniciar un apostolado en estos lugares entre camioneros, choferes de buses, empleados de gasolineras, policías de carreteras y, cómo no, también los turistas de paso.

Pero el documento tiene más. El Vaticano opina que al volante se desencadenan el “instinto de dominio” o la “vanidad y la exaltación personal”, sobre todo cuando el automóvil se usa para generar envidia. En general -dice- es una “regresión a formas de comportamiento primitivas”, y cita especialmente el “uso temerario” de motos y mini-coches, muy populares actualmente en Italia.

A su vez, la escala de comportamientos “poco equilibrados” que elaboró el Vaticano empieza por las faltas de cortesía, los gestos obscenos, los insultos y blasfemias hasta llegar a la “pérdida del sentido de la responsabilidad” y la violación deliberada de normas. Gracias a Dios (entiéndase el contexto) la Iglesia considera que esto es un “fenómeno no patológico” y que se encuentra en “muchísimas personas normales”. Como la mayoría.

La receta vaticana ante un problema que, según sus datos, causó 35 millones de muertos en el siglo XX, es apostar por la educación vial: “conducir significa convivir y controlarse”. El buen conductor, recuerda, deja pasar al peatón, no se ofende si alguien le adelanta y tampoco obstaculiza a quien le quiera adelantar. Es decir, “no se venga”.

Finalmente se recuerda que se debe revisar permanentemente el vehículo, no se debe hablar por el celular mientras conduce y, pro supuesto, no conducir borracho. Todo ello porque, si alguien no lo sabe, “cuando sube al coche, el conductor debe ser consciente, sin fobias, de que en cualquier momento puede tener un accidente”. Curiosamente, el documento se arriesga a una multa: se le olvida hablar del cinturón de seguridad.

Tras este importante aporte del Vaticano podemos tener certeza de dos cosas en Chile: una, que hay que invitar al Nuncio Apostólico a las próximas comisiones por el Transantiago, y dos, que ahora más que nunca cobrará importancia el clásico adhesivo de “Dios es mi copiloto”.

«Pirateo» justo

Aprovechando que aún no se aprueba la terrorífica y medieval actualización de la Ley de Propiedad Intelectual, quise piratear (para un uso justo, como el no quieren aprobar) este titular del último número del The Clinic, para que no «pase piola» la «demencia» de Arellano Stark, tran conveniente como la de Pinochet en su momento y que a estas alturas viene a confirmar una nueva ley de la biología: todos los asesinos terminan dementes.

Además también me pareció necesario hacerlo en consideración a la también oportuna aparición del denominado (por la prensa derechista) detenido-aparecido, que justamente se acordó de que era chileno, que tenía familia e hijos y que figuraba como víctima del terrorismo de Estado…el mismo día que declararon (¿o constataron?) que Arellano Stark además de tener las manos manchadas con sangre, tenía las neuronas en estado de subversión, lo que para el responsable de la ordenadamente sanguinaria Caravana de la Muerte debe ser terrible.

Ese extraño progresismo

Aquellos que en el pasado no titubeaban en definirse como de izquierda y que “renovaron” -por no decir renunciaron- sus ideas, desde hace algún tiempo han logrado instalar una coartada lingüística para identificarse: progresistas que, la verdad sea dicha, no está muy a estas alturas que significa, porque tras esa palabra se han escuchado y visto las peores ideas y acciones de quienes -curiosamente- siguen insistiendo, aunque cada vez con menor convicción, en que quieren impulsar cambios en nuestra sociedad.

En Latinoamérica hace rato que también se instaló la tesis de las dos izquierdas: la revolucionaria que -¡¡horror!!- aún insiste en aquello de construir el socialismo y la reformista (o progresista) que promueve políticas públicas con énfasis social…en la medida de lo posible, por cierto, y siempre y cuando la derecha, la iglesia católica y la embajada de EEUU respectiva esté de acuerdo.

Entre estos últimos países -pese a su gran tradición democrática y republicana- está Uruguay, donde luego de haber sido el icono de la izquierda de su país, agrupada en torno al Frente Amplio, Tabaré Vásquez, hoy ejerce como flamante Presidente de la República Oriental.

En todo caso, entre los países autodefinidos como progresistas, ciertamente Uruguay es el que más lecciones de participación ciudadana ha dado, desde el retorno a la democracia tras haber sufrido su dictadura militar de rigor. Allí está el histórico plebiscito en que se le consultó a la gente si quería o no derogar la Ley de Amnistía o aquel otro en que los ciudadanos decidieron que el agua potable siguiera siendo estatal y pública.

Por eso, cuando en el Congreso uruguayo fue el propio Frente Amplio quien impulsó la ley que permitía el aborto durante las 12 primeras semanas de gestación, se pensó que se generaba un escenario que cambiaría la penalización que rige para la intervención de los embarazos en ese país desde 1938. Ello, considerando que además un 57% de los uruguayos había manifestado su acuerdo con la medida.

Sin embargo, contrariando la opinión de un 63% de sus compatriotas que estimaban que el jefe de Estado no debía hacer uso del veto, Tabaré prefirió conservar sus buenas relaciones con la Iglesia Católica, la que a través de sus obispos había amenazado con excomulgar a los parlamentarios que apoyaran ese proyecto. Lamentablemente, tras las razones “biológicas y filosóficas” en que sustento su decisión, están los 33 mil abortos clandestinos que las propias cifras oficiales reconocen.

Es increíble a estas alturas de la historia y del desarrollo científico que el lobby católico y las fuerzas conservadoras locales y foráneas sigan manteniendo a Latinoamérica como el continente donde es más difícil y peligroso abortar. Cifras de la OMS señalan que cada año unos 4 millones de mujeres latinoamericanas se someten a abortos. De ellas, unas cuatro mil mueren como consecuencia de las malas condiciones higiénicas y a los peligrosos procedimientos seguidos para interrumpir el embarazo.

El aborto está penado en casi todos los países de la región, salvo en Cuba y en algunas pocas naciones del Caribe. Y aunque en muchos de ellos, incluido el Uruguay, los médicos pueden interrumpir el embarazo en casos de violación, incesto o si pone en peligro la vida de la madre, estas son opciones raramente usadas. Por ello, la práctica del aborto esta cubierta por un manto de silencio. En Chile, con un gobierno “progresista”, presidido por una mujer médico, ni se discute del asunto. En Nicaragua, con un presidente que dice ser de izquierda, se han dado pasos, pero en la dirección contraria, castigando a las mujeres que abortan, sean cuales sean las circunstancias.

Todo esto ocurre en un continente en el que el 25% de las jóvenes es madre antes de los 20 años de edad, una de las cifras más elevadas del mundo. De hecho, un reciente informe de la Cepal asegura que la tasa de fecundidad en la región es inferior a la media mundial (2,3 frente a 2,6) pero que no ocurre lo mismo con la tasa de fecundidad entre jóvenes de 15 a 19 años, que se dispara muy por encima del promedio internacional (76,2 por mil frente a 52,6 por mil). La gran mayoría de las madres adolescentes son -como no es difícil de imaginar- pobres, con escasa educación y con altas posibilidades de tener que hacerse cargo del bebe sin ninguna ayuda del padre ni red de protección social “progresista”.

El embarazo precoz, asegura el informe de la Cepal, «dificulta la inserción social de las madres adolescentes, exacerba las desigualdades de género y potencia el círculo vicioso de la pobreza». Pero eso no es lo que importa, está claro.

Prometimos jamás desertar

Tengo sensaciones encontradas con todo lo que pasa en torno al Partido Socialista. Por un lado acabo de recibir un correo de un compañero que fue miembro del Comité Central, que fue presidente regional y que sin duda luchó contra la dictadura explicitando sus razones para irse del PS, las que mayoritariamente comparto. Otros antes que él han tomado la misma decisión.

Asimismo, acabó de terminar de leer el libro “Prometamos jamás desertar” donde Juan Azócar nos regala una acuciosa investigación periodística sobre algunos de los muchos compañeros y compañeras de la Juventud Socialista que dieron su vida al servicio de la reconstrucción partidaria y la lucha contra Pinochet y su régimen.

Su lectura me provocó la misma sensación que la primera vez que leí el “Documento de Marzo”: la piel erizada de emoción y tristeza por la barbarie desplegada contra el compromiso de tantos jóvenes, sentir rabia por no haber estado entonces y a la vez sentirse orgulloso aprendiz buscando llegar ser legítimo heredero de su trabajo, de su esfuerzo y de su tesón al servicio de una convicción profunda.

Pero nada de esto me cuadra con lo que hoy vive el socialismo chileno nucleado en torno al PS. A veces uno tiene la sensación que muchos sólo permanecemos en el partido por afectos, amistades, historia e identidades compartidas más que por adhesión a lo que hoy representa. Cuesta encontrar en él hoy algo de que lo que cada pedazo de historia partidaria nos recuerda.

En las elecciones internas vota un 20% de los “afiliados”, parte importante de los cuales ni siquiera forman parte del núcleo efectivamente militante, sino que son los votos acarreados y que “pertenecen” a algún caudillo local que los “negocia” convenientemente con alguna tendencia. Los más comprometidos, los más críticos, los que añoran otra forma de vida partidaria no votan, justamente para manifestar su molestia, decepción o frustración, la que claramente no es tomada en cuenta.

Otra muestra de lo que hoy sucede es el centenario del natalicio de Allende. Creo que lo he dicho antes. Más se celebra y conmemora este hito en otras latitudes que en nuestro país, donde unos pocos seminarios y algunas exposiciones son, al parecer, suficiente homenaje al más grande los socialistas.

Para que hablar de la inserción social que otrora caracterizó al PS como representante de los trabajadores manuales e intelectuales. Aunque hay algunos dirigentes visibles en importantes organizaciones como la CUT, la salud municipalizada y los empleados públicos, la verdad es que no existe política partidaria orientada al mundo sindical. En las poblaciones la presencia es escasa y obedece más bien a la vocación individual de muchos compañeros. Y en las universidades la presencia de la JS se ha reducido a la mínima expresión.

El PS sólo existe a través de sus alcaldes, sus diputados y senadores y algún que otro presidente regional que aún no consigue ninguno de estos cargos.

Seguramente muchos dirían, ante este diagnóstico, que lo importante es que estamos en el gobierno, apoyando incondicionalmente a nuestra compañera Bachelet. La verdad es que a juzgar por los hechos, a veces también tengo mis dudas al respecto. Y creo que más bien lo que hay es una defensa, de una parte de la elite partidaria, del trozo de poder que le toca administrar en este rato y que a todas luces quiere preservar.

La próxima nominación de un candidato presidencial del PS es otro tema. Mientras la mesa del partido ya tomó una decisión que buscará legitimar en una convención que ya tiene sus acuerdos redactados, el pueblo socialista nada sabe de propuestas a un eventual programa de gobierno, ni debates sobre la visión socialista respecto de muchos temas como la educación y la salud pública, la AFP estatal, el Transantiago y el transporte público en regiones, la cultura, la violencia en la familia y en los colegios, la seguridad pública, las pymes, la tecnología, el aborto, la eutanasia y tantos otros temas.

Como botón de muestra sólo decir que hasta hoy, tras largos meses de su realización, aún no existe ni un solo documento sobre las resoluciones del último Congreso General, convocado mediante un texto de unas pocas páginas.

Como lo ha dicho reiteradamente Antonio Cortés Terzi cada vez menos se ve en el PS su condición de contracultura, que debiera ser parte de su ADN. Cada vez más hay un apego a una institucionalidad que -al parecer algunos olvidaron- heredamos de la dictadura. ¿Dónde están los socialistas reclamando por la existencia del Defensor del Pueblo y trabajando por una nueva Constitución?, ¿dónde están pidiendo establecer la revocación del mandato y la iniciativa popular de ley?.

Al parecer quienes fuimos formados en la definición del partido como un instrumento al servicio de una idea, un ideal de sociedad, de un pueblo decidido a cambiar la historia deberemos despojarnos de esa sensibilidad subjetiva que no nos deja hacer los análisis rigurosos, para revisar si efectivamente tras muchos años de militancia -23 en mi caso- el PS sigue siendo la herramienta para trabajar en la construcción de la sociedad que soñamos. Por mi parte sigo queriendo construir un socialismo nacional, popular, democrático y revolucionario, pero creo que el PS ya no.

Es triste llegar a estas reflexiones, pero también es un deber hacerlo. De otra forma nos estaríamos traicionando y estaríamos traicionando, como otros lo hacen hoy, a quienes dieron todo, incluyendo su vida, para hacer esa sociedad justa donde el hombre deje de ser el lobo del hombre. Y es asertivo el título del libro de Juan Azócar: prometimos jamás desertar, pero de la lucha por el socialismo, no de un partido que a esta altura de la historia ya renunció a esa bandera.