Gordon fue

En las últimas semanas, especialmente a propósito de su salida de la rectoría de la Universidad Diego Portales, por su comparecencia en una causa judicial por violaciones a los derechos humanos, hemos escuchado decir a Francisco Javier Cuadra, tratando de explicar su comportamiento como ministro vocero de la dictadura que, tras el atentado a Pinochet, fue engañado por Humberto Gordon, ex jefe de la CNI, en relación a los hechos que culminaron con la muerte, entre otros del periodista José Carrasco Tapia.

Resulta curioso que esta explicación o argumento sea reiteradamente utilizado por distintos uniformados, ex uniformados y ex personeros del gobierno autoritario, frente a procesos por atropellos a los derechos de las personas. Ante cualquier pregunta que tenga que ver con determinar responsabilidades, la respuesta es una sola: “Gordon fue”.

Es vergonzoso que tanto los civiles que profitaron de la tiranía, así como ex compañeros de armas de Gordon recurran a la coartada segura de inculpar al ex general. Haya sido o no cierta la responsabilidad de ex jefe de la siniestra CNI en los distintos casos, resultaría más “digno” asumir las propias culpas, antes que endilgárselas a quien no puede responder ni defenderse desde la tumba.

Esta fórmula de descargar responsabilidades acusando a personas muertas, los inculpados podrían ejercitarla con personajes vivos, como Manuel Contreras, el propio Pinochet o alguno de los integrantes de la larga lista de torturadores y asesinos. Hasta hoy ningún imputado civil o uniformado dice espontáneamente: “Contreras fue”, o “Pinochet fue”. Ciertamente ha faltado la valentía que sólo se esgrime en himnos y discursos trasnochados que todavía añoran los tristemente célebres “corvos acerados” de Zara.

Faltan a la ética, a los principios y a sus propios códigos de honor quienes han encontrado en Gordon el chivo expiatorio para sus más oscuros delitos contra la humanidad. Quienes todavía hacen gárgaras respecto de la “obra del régimen” por la causa de la libertad del país, no son capaces de liberar sus conciencias, para bien de ellos, sus familias y para el resto de país que quiere verdad y justicia.

A estas alturas los tribunales ya no deberían aceptar como argumento válido de parte de los violadores de DDHH, torturadores, asesinos, agentes y delatores varios, la consabida monserga de “Gordon fue”, que incluso genera vergüenza ajena.

En caso contrario terminaremos escuchando que las platas del Riggs, las operaba Gordon, que la evasión de impuestos y las coimas por la venta o compra de armamento las generaba Gordon, y que la mayoría de los crímenes y desapariciones también las ordenó él, llegándose al extremo de que se termine con condenas post morten para el ex jefe de la CNI, liberando de toda culpa a sujetos oscuros que aún caminan por las calles disfrutando de una libertad que no merecen.

Los hijos y los viudos de la dictadura siguen apostando al paso del tiempo para que sus crímenes prescriban. La estrategia de acusar a Gordon sigue siendo para ellos un camino útil y dilatorio. Pero al igual que cuando apostaron por la muerte y el temor como forma de gobierno, se equivocan, porque la memoria, la justicia y la verdad no prescriben.

Por último, que les quede claro que no nos creemos su cuento de que Gordon fue, porque sabemos de sobra que muchas veces, efectivamente, Gordon no fue.