Blog del ciudadano Javier Sánchez

"Lo mejor del mundo es la cantidad de mundos que contiene", E. Galeano

Archive for septiembre 2010

Entregándole balas a los enemigos

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Todo el revuelo mediático que ha generado las bajadas y subidas parlamentarias del proyecto de ley del llamado matrimonio homosexual, que en rigor más que eso es una moción que busca reemplazar en el Código Civil la expresión “un hombre y una mujer”, por “dos personas”, es un síntoma de los tiempos políticos que vivimos.

Porque más allá de la opinión que uno tenga al respecto, pareciera mostrar desde hace un buen rato ya, que una característica identificatoria del cada vez más indefinido progresismo criollo es su propensión a creer que ser moderno o progresista es hablar de temas como el del matrimonio entre personas del mismo sexo, aunque curiosamente se haga mutis por el foro (en el discurso y en los programas electorales) respecto de otros tanto o más importantes como el aborto o la eutanasia.

A ello debe sumarse otro discurso progresista (e insisto, sin hacer juicios de valor al respecto) que es el que dice relación sobre la defensa de los animales ante situaciones de maltrato.

Curiosamente poco o nada dicen quienes enarbolan estas banderas, que tanto flamearon en las pasadas elecciones presidenciales sobre la profundización o densificación de la democracia en Chile. Porque salvo la electorera alusión a la necesidad de tener una nueva Constitución, nuevamente hemos vuelto al silencio absoluto en estas materias, mientras sin ningún pudor se acusa de autoritarismo populismo (¡¿y bosnia?!) a países donde existe la iniciativa popular de ley, las consultas y referéndum vinculantes, la revocación del mandato y la carta magna respectiva ha sido aprobada por la inmensa mayoría de sus ciudadanos, entre otras “sutiles” diferencias.

Pareciera también que se quiere homologar forzosamente a este progresismo nacional con los consensos que con diversos nombres y matices ha venido diciendo el devenir político chilensis desde 1988 en adelante. Así, bajo la pretendida coartada del acuerdo nacional, pensando en los intereses superiores del país, ha terminado siendo la excusa transversal para renunciar al debate y a la inserción social: se ha optado por los acuerdos “por arriba”, dejando de hacer la pega “por abajo”.

Así entonces, y volviendo al ejemplo inicial, nos encontramos con que la política hecha a la luz de las coyunturas y de los flashes termina olvidando el sentido estratégico  que, al menos algunos, creemos debe tener esta actividad que, ni más ni menos, busca hacerse del poder para -se supone- ofrecer un proyecto político a la sociedad chilena.

Y es ahí que reflota el diagnóstico sobre la política hecha más sobre la base de eslóganes que de ideas o proyectos históricos (como se decía antes), como lo ha señalado con meridiana claridad el profesor Atria en su documento “20 años después, Neoliberalismo con rostro humano”.

Ahí también queda a la vista la falta de elementos y de capacidades para articular una verdadera y ojalá única oposición (progresista, de izquierda y de las otras) frente a la autodenominada “nueva forma de gobernar”. Queda al descubierto entonces una política que sólo sabe de elecciones (internas y externas) que copan toda la agenda partidaria y que cada vez cuentan con menos militantes que las legitimen, haciendo aún más patético el cuadro.

Por eso, aunque parecieran no tener nada que ver, esta chimuchina generada en torno a firmas más o menos en torno al proyecto del denominado matrimonio gay, no es más que un acto ingenuidad de quienes debieran estar preocupados de ver como evitar que la derecha se nos instale, democráticamente esta vez, por una largo período en La Moneda y que más bien le termina “prestando ropa” a los actuales ocupantes de palacio.

Porque aunque ciertamente la propuesta de matrimonio homosexual goza de las mayores simpatías del progresismo y la izquierda criolla, también está claro que en la sociedad chilena este tema está lejos de ser prioritario y no hay una gran demanda social al respecto. En pocas palabras, Chile no está en el mismo escenario que Argentina, convertida a estas alturas en la capital gay sudamericana.

Y peor aún: aunque no se habla mucho del punto, es claro y evidente que la instalación de esta moción, que no tiene ningún futuro legislativo, sólo sirve para que la derecha amplíe su base social hacia segmentos que durante las últimas décadas los gobiernos de la Concertación consideraban casi parte de su patrimonio. Y aunque esto suene a cálculo electoral mezquino, la verdad es que tiene que ver con el tipo de definiciones que deberemos afrontar en adelante: o hacemos “populismo progresista”, inmediatista y efectista, o somos capaces, de verdad, de instalar temas de debate serio, con arraigo en las masas y que, efectiva e inequívocamente, muestren la diferencia entre ser de derecha y no serlo (que es un poco menos difícil que decir la diferencia entre ser de izquierda y no serlo).

Antes de las elecciones presidenciales pasadas dijimos que lo peor que le podría pasar a las fuerzas no derechistas es que Piñera, sin hacer un gran gobierno, haga (o parezca que hace) lo que en los últimos veinte años no se hizo, porque eso tendrá un efecto poderosos sobre la ciudadanía que, gracias a la feroz despolitización sufrida en este mismo período cada vez ve y le interesan menos, las diferencias entre unos y otros.

Ahí están ya dando vuelta la rebaja del 7% a los jubilados, el anuncio de la iniciativa popular de ley, la modificación a la ley antiterrorista y la justicia militar, el voto a los chilenos en el exterior, entre otros anuncios. En todo caso, a muchos progresistas también les está quedando claro que al parecer esa idea tan “moderna” del voto voluntario, puede terminar siendo un disparo en los pies.

Por ahora, aprovechando el momento de debilidad y desgaste pedófilo de la iglesia católica, donde el gobierno ha aprovechado de terminar de pasar antiguas cuentas a lo que queda de iglesia anti-dictadura, la cruzada ineficaz por el matrimonio gay, le deja en bandeja a Piñera y sus secuaces la posibilidad de acercar a una iglesia evangélica que aunque partidaria del divorcio  y firme impulsora de la ley de culto en el pasado concertacionista, hoy también se encuentra con una oportunidad única de interlocutar con un gobierno creyente y conservador en materia de libertades.

Mientras lo poco que hay de oposición se desgasta en una discusión estéril sobre el matrimonio gay, la derecha seguirá utilizando la vieja práctica del garrote y la zanahoria, promoviendo la candidatura de Bachelet el 2013 para derrotarla y avanzar a un nuevo gobierno de derecha, con toda la carga de represión y conflicto de intereses que hemos conocido, aprovechando, por cierto, que la Concertación se preocupó de dejar la gran mayoría de los medios de comunicación en sus manos.

Written by ciudadanojaviersanchez

septiembre 7, 2010 at 0:26

La generosidad de un pueblo invencible

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Cuando los medios de comunicación chilenos se empecinan en atiborrar sus pautas y nuestro tiempo de noticias que buscan denostar a Cuba, Venezuela y cualquier gobierno “progresista” de la región, al mismo tiempo que se busca ensalzar a Colombia como ejemplo, no trepidando para ello en azuzar para ello una campaña comunicacional del terror, haciendo todo y a todos sospechosos, y armando unas intrincadas teorías para tratar de convencernos de que los mapuches y los anarquistas son terroristas y que los primeros, junto al PC, además tienen nexos con las FARC, me empecino en leer noticias que no estén ni en la tele ni en los diarios nacionales y que muestren parte de la grandeza humana que persiste pese a todo y que es la que permite abrigar la esperanza de mañanas mejores.

Así me encontré leyendo una noticia que tenía por título: “Jenín, donde los niños jamás han ido al cine, recupera hoy su gran pantalla”. Y aunque obviamente tal información tenía que ver fundamentalmente con un proyecto humanitario que reunió 659.000 dólares provenientes del Ministerio Palestino de Cultura, el gobierno alemán y Roger Waters, el líder del extinto grupo de rock Pink Floyd para recaudar fondos para la renovación del histórico edificio donde en 1957 se había inaugurado un cine que, como la mayoría de cines de Cisjordania, había cerrado sus puertas al comenzar la Primera Intifada, en 1987.

La ciudad cisjordana de Jenín, es una de las que más sufrió la violencia durante la primera y segunda Intifada y donde, como consecuencia de ello, la mayor parte de los menores de veinte años jamás han ido al cine.

Por eso no fue sorpresivo que al inaugurarse el nuevo cine, unas 2 mil personas, hombres en su gran mayoría, y una alfombra roja esperaran al primer ministro palestino Salam Fallad y a la ahora activista de derechos humanos Bianca Jagger, con banderas palestinas y pancartas con eslóganes como «El cine de Jenín representa nuestra cultura y nuestros sueños nacionales para establecer un estado palestino independiente con Jerusalén como capital».

Pero pese a que ésta de por sí era ya una buena noticia, especialmente para esos jóvenes que nunca habían vivido esa experiencia cotidiana en otras partes del mundo, lo más importante no estaba en ese hecho de reconstrucción cultural. Lo importante es que ese nuevo cine ahora se llama «Ahmad Cinema», en honor a Ahmad Jatif, un niño de 11 años que murió el 2005 a consecuencia de de los disparos que hizo contra él un grupo de soldados israelíes al “confundir” su pistola de juguete por una verdadera.

Tras ese trágico hecho que, lamentablemente, ya es una constante entre las familias palestinas, el padre del niño Ismael Jatif donó los órganos de su pequeño a cinco niños y a una mujer israelí, acto que más tarde inspiraría el documental alemán «Corazón de Jenín», dirigido en 2008 por Marcus Vetter, punto de partida para el proyecto de recuperación de esta sala de cine.

A la apertura del Ahmad Cinema acudieron las familias de los niños que recibieron los órganos de Ahmed, a excepción de la única receptora judía, por obvios motivos de seguridad. «Estamos aquí para apoyar a Ismail, cuya generosidad de corazón ha permitido que nuestra hija esté viva y camine», dijo el padre de Samah Ghadban, la niña que recibió el corazón de Ahmad.

La nueva sala está ubicada junto a la antigua iglesia y el mercado, en el centro de una urbe tristemente famosa por la sangrienta incursión del Ejército israelí en 2002 en su principal campo de refugiados, que se saldó con la muerte de 53 palestinos, 23 soldados israelíes y el destrozo de numerosas viviendas. Tras la rehabilitación, cuenta con una sala cubierta con espacio para 350 espectadores en la que se ha respetado el estilo de las butacas originales, así como una pantalla al aire libre, una cafetería y una biblioteca sobre el séptimo arte.

El complejo albergará también una escuela de cine y, en septiembre de 2011, el Primer Festival Internacional de Cine de Jenín. «No se trata de levantar un cine nuevo, sino de abrir el que se cerró hace dos décadas y volver así algo a la vida tras los daños de la ocupación y la violencia», explicó Muna Staiti, organizadora del acto inaugural.

Staiti subrayó que el recinto ha sido renovado con la idea de albergar «un proyecto cultural mucho más amplio que permitirá que la gente tenga actividades»; por ello, el recinto del «Ahmad Cinema» se utilizará también como teatro, sala de conferencias y para conciertos.

Por cierto está decir que el Ahmad Cinema levantó el telón con «Corazón de Jenín», el film que indirectamente le ha devuelto la vida.

Pero lo más importante sigue siendo que pese a los crímenes de guerra, el hostigamiento y el abuso, los palestinos siguen mostrando su fortaleza, su entereza y su generosidad que, por cierto, es la más invencible de las armas con que cuentan para recuperar su territorio, el respeto, la dignidad y constituir finalmente, para satisfacción suya y de todos los ciudadanos del mundo que están con ellos en su justa lucha: el Estado palestino.

Written by ciudadanojaviersanchez

septiembre 5, 2010 at 23:58