Blog del ciudadano Javier Sánchez

"Lo mejor del mundo es la cantidad de mundos que contiene", E. Galeano

Todo es cancha

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“Todo es cancha” es una frase clásica del fútbol de barrio que significa que no hay límites para jugar y, por lo tanto, nadie puede reclamar nada alegando las reglas oficiales de este deporte.

Esta imagen de la cultura popular parece no encontrar su correlato en la vida nacional, especialmente en la política, donde a veces parece campear una actitud seria con cierto tufillo a intolerancia. Y son los más críticos respecto de eventuales déficit democráticos en otras latitudes los que en el caso chileno llevan el estandarte.

Por eso vemos como dirigentes partidarios y ministros de Estado fruncen el ceño cada vez que en alguna instancia internacional les recuerda la cantidad nada de despreciable de convenios o convenciones que Chile no ha suscrito o que si ha suscrito no ha ratificado, o peor aún, que aún habiendo firmado y ratificado, no respeta. Ahí está la estadística de litigios perdidos o negociados en la Corte Interamericana de Derechos Humanos como muestra.

Los temas de cuestionamiento son variados: respeto a los pueblos originarios, los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, la Corte Penal Internacional entre los más recurrentes, sin dejar de lado aquellos líos relacionados con las limitaciones a la libertad de expresión y el derecho de reunión, el acceso a información pública y la discriminación de algunas “minorías” sociales.

El caso chileno varió su eje emblemático desde su “ejemplar transición pacífica a la democracia” a los paradigmáticos casos de sistema electoral excluyente y antidemocrático y justicia en la medida de lo posible. Eso tampoco les gusta a los integrantes de aquella elite política -de gobierno u oposición- que ocupan su valioso tiempo en ver como encontrar un atajo al desarrollo.

Los medios de comunicación son claros aliados de éstos últimos personajes, pues sólo accedemos a noticias de las carencias sociales, económicas o políticas de otros y no sobre las propias. Así, poco o nada se dice sobre la forma en que el Estado, sistemáticamente, ha ido sentando precedentes nefastos respecto de las zonas que él mismo ha declarado como protegidas y que hoy busca “desproteger” para favorecer la instalación de empresas mineras, hidroeléctricas, entre otras.

Otro tema que incomoda a quienes sólo están preocupados del futuro es el de la distribución del ingreso, cuyas cifras nos retrotraen a la década del 60. Por eso, los medios prefieren ocupar nuestra atención inventando campañas sobre la delincuencia que nos agobia, sobre la mayor sequía de los últimos 40 años y sobre lo limpia y amigable que es la energía nuclear como solución a los problemas energéticos, pero sólo los nuestros, no los de Irán, Corea o Venezuela.

Otra campaña en boga es la que busca promocionar los biocombustibles, aunque eso encarezca los alimentos y disminuya la producción de cultivos tradicionales. Por cierto no sale una sola línea del informe de la FAO dado a conocer a inicios de septiembre que dice aumentará el número de pobres debido al alza de los alimentos, aunque ese mismo informe diga que en América Latina aunque no hay problemas de oferta alimentaria -la oferta supera en un 40% la demanda- menos gente podrá acceder a ellos.

Se molestan también algunos de los conductores de los destinos del país cuando se cuestiona que el avisaje del Estado sólo vaya a El Mercurio y a La Tercera y cuando la propia OEA hace notar las dificultades que tienen para constituirse y operar en Chile las radios comunitarias. También les molestan informes como el que anualmente publica la Universidad Diego Portales denunciando las inhumanas condiciones carcelarias, la discriminación de las mujeres en la salud o las serias limitaciones al ejercicio del derecho a huelga.

Arrugan la nariz y ponen mala cara, especialmente los ministros de Hacienda, cuando hay que negociar el sueldo mínimo y cuando se pide que el presupuesto de la nación tenga un mayor componente de gasto social; cuando se solicitan recursos para que puedan jubilar profesores y funcionarios públicos de mucha edad que no lo hacen sólo para no morirse de hambre con las miserables pensiones que recibirían, pese a las millonarias utilidades anuales de las AFP.

Algunos otros próceres de nuestra civilizada convivencia se molestan cuando los temas a discutir son el derecho a voto de los chilenos que residen en el exterior, la existencia de los plebiscitos y consultas vinculantes y la revocación del mandato de las autoridades.

Otro tema que suscita los reclamos de la clase dirigente y dominante es el de nuestra relación con los países de la región. Ni pensar en hablar de integración o algo parecido. A lo más algunos acuerdos de complementación económica. El problema es que los otros no entienden que nosotros no somos un país ni de indios ni de negros como la mayoría. Nosotros somos distintos, somos una “raza” especial surgida de la sangre europea (para que decir que los españoles que descubrieron y colonizaron Chile no eran precisamente lo más seleccionado) con algunos pocos genes mapuches, como el de la valentía.

Y ni siquiera insinuar que Chile es en este rato, junto a Colombia, la cabeza de playa de Estados Unidos. Y que es por eso que los vecinos del norte promoverán que sea Frei hijo el próximo Presidente y no Piñera, ya que así se aseguran un “cambio” tranquilo, democrático y amigable con sus posturas, no vaya a ser cosa que si gana Piñera le baje un ataque de “bolivarismo” al socialista que vive en algunos chilenos y quieran cambiar la Constitución como en Bolivia, Venezuela y Ecuador. Frei, siguiendo los pasos de su padre, será la versión 2.0 de la Alianza para el Progreso, pero seguramente ahora con más lucas para que no falle como la vez pasada.

Como se puede ver, tienen razón los preclaros dirigentes partidarios y de gobierno en llamar al orden y la disciplina a militantes y ciudadanos. Es la única forma de evitar contraer el virus izquierdista que afecta a gran parte de la región. El problema es que no todos están de acuerdo con esas reglas del juego, y al igual que en las pichangas del barrio, lo más probable es que todo termine siendo cancha.

Written by ciudadanojaviersanchez

febrero 2, 2009 a 3:00

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